El fútbol panameño
recibió durante las eliminatorias mundialistas con miras a Brasil 2014, una
cantidad indescriptible y cuantitativamente indescifrable de entusiasmo, expectación
y de pura adrenalina.
Estuvimos en
la pelea hasta el último momento, y si bien no comparto la afirmación de que Panamá
estuvo “a pocos minutos” de clasificar, la verdad es que ha sido la experiencia
más “alentadora y gratificante” que ha tenido nuestro seleccionado y el humilde
pueblo istmeño en este tipo de competición.
Es más, la
primera parte de nuestra actuación le permitió a algunos de nuestros
seleccionados ser observados y luego firmados para jugar en Estados Unidos,
México, Colombia y España, solo para mencionar a algunas naciones.
Pero, ¿cuánto
de este “gran escenario” pudo ser aprovechado por nuestro fútbol local? Creo que
nada.
En una
ocasión, el periodista y diseñador de periódicos Carlos Castañeda me comentó: “No
porque sea el más bonito, es el mejor. Es, diríamos, un chamaco muy bien
vestido, pero con poco que aportar”.
El gran
amigo y colega cubano se refería, en esa ocasión, a lo importante que es en el
diseño de un periódico, no solamente pensar en toda la parafernalia que podrías
introducirle para que se vea “atractivo” y “vendible” a los ojos del empresario
y del lector, sino también es imprescindible estar muy cuidadosos con su
contenido.
“El diseño
bonito lo podrías vender en una o en dos ocasiones, pero una vez se acabe la
expectativa, será mejor que tengas un contenido valioso o perderás toda tu
inversión”, me señaló una vez en medio de una charla de café, que me dictó de gratis
una tarde en las instalaciones del diario La Prensa.
El fútbol panameño
no despega, esa es mi impresión.
Y no lo
hará, mientras sus organizadores sean mezquinos y a la vez tacaños con el
fanático y con nuestro propio balompié, al no presentar un producto que
realmente demuestre la calidad que hay “escondida” en el futbolista panameño.
Hay algunos
que afirman que el balompié panameño ha crecido y la muestra más fehaciente fueron
las eliminatorias.
Tampoco estoy
de acuerdo con ello.
Casi todos
los futbolistas que se presentaron en cada una de las jornadas eliminatorias juegan
en el fútbol foráneo. Es decir, que la gran actuación, en un significativo
porcentaje, se la debemos a quienes han estado adquiriendo experiencia y
conocimiento en las canchas internacionales.
¿Y es que me
olvidé de lo que aportaron Alberto “Negrito” Quintero, Roberto Chen, Nahil Carrol
o Gabriel Torres en las elminatorias? Pues no. Recuerdan que hablé de la “escondida”
calidad de los nuestros.
Aterrizo.
El regreso del “pequeño” Amílcar Henríquez al Árabe Unido no solo le da
vitalidad a la media cancha de la “Furia azul” sino que le agrega fuerza y
personalidad al mejor equipo que jamás haya tenido Colón en su historia futbolística,
según mi humilde opinión.
Pero hay
algo más. Representa un valor agregado que le podría aportar “efectivos números” (si lo saben aprovechar) a
la propia Liga Profesional de Fútbol de Panamá, como se pudo hacer la temporada
pasada con Gabriel “Gavilán” Gómez, que estuvo con el “Poderoso” San Francisco,
o en otrora con la llegada de los extraordinarios jugadores Jorge Luis y Julio
César Dely Valdés, Víctor René Mendieta, Rubén “Tátara” Guevara o Percival Antonio
Piggott tras triunfar en el exterior.
En síntesis,
Amílcar es de los futbolistas que con la experiencia adquirida, a pesar de su
juventud, podrá aportar muchísimo a la “urgente” necesidad de “Nombres” que le
hacen falta a la LPF.
La LPF
necesita muchos más de jugadores como Amílcar, ya sean panameños jugando afuera
o de extranjeros que tengan la suficiente calidad y nivel, que al final del
camino ese producto que ellos han dejado pueda recogerse de nuestras canchas.
Pero al
igual que como ocurrió la temporada pasada con Gómez, una “golondrina” o un “gavilán”,
en este caso, no hicieron un verano sustancial y positivo para el fútbol
panameño.
¿Es Amílcar
el mejor fichaje que actualmente tiene la LPF? Sí.
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