No creo que
nadie pueda poner en dudas la gran actividad boxística que realiza Panamá desde
hace algunos años, con aproximadamente veinte carteleras o un poquito más
anualmente, buscando abrirle camino a una pléyade de jóvenes y a otros no
tantos en este difícil negocio.
En otrora,
quizás desde mediados de los años 90 hacia acá, la actividad se concentraba los
fines de semana, buscando con ello llamar la atención de una cantidad de
fanáticos que por razones de trabajo les era imposible asistir en otros momentos
a las carteleras boxísticas.
Pero los
tiempos cambiaron y no hay un día de semana que se salve de estar en la mente
de los promotores panameños para llevar adelante su evento boxístico,
principalmente si las fechas coinciden con el pago de la quincena.
Así, a lo
largo de estos años, el respetable público panameño, tanto el que asiste como
el que lo observa por televisión, se ha deleitado de grandes combates y otros
no tanto, pero que en su momento levantaron una gran expectativa.
Los
empresarios panameños han hecho de “tripas corazones” y se han lanzado con un
objetivo más allá del negocio que está intrínseco dentro de una actividad como
lo es el boxeo; buscan coronar a un nuevo campeón del mundo que lleve a Panamá
a la codiciada cifra de 30 reinados en su rica historia y, claro está, también
cambiarle la vida, quizás para siempre, a un humilde gladiador que de igual
forma busca fama y fortuna dentro de este deporte.
No
obstante, algo nos ha fallado en los últimos años, porque una y otra vez hemos
llevado al aspirante y, una y otra vez, no han podido cumplir con el objetivo.
Frente a esto, nos preguntamos algunos de los que seguimos con pasión esta
actividad: ¿Qué está pasando?
Algunos
conocedores señalan la poca seriedad con la que nuestros púgiles abrazan este
difícil negocio, bastándoles con brillar en el firmamento local para sentirse
satisfecho. Otros van mucho más allá y creen que todo se debe a la falta de
capacidad de los actuales entrenadores, que no pueden concluir la faena con una
corona mundial
Y otros, destacan
que a los boxeadores les hace falta mucha mayor disciplina y de paso, alguien
que les apriete las tuercas cuando flaquean en momentos en que deben tener la
mayor concentración en sus acciones.
Es cierto que
algo está ocurriendo en el pugilismo panameño y, si bien, una veintena de
carteleras buscan afanosamente a ese gladiador que llegue a convertirse en el campeón
número treinta, sería sano profundizar un poco para encontrar el quit del
problema.