Sepp Blatter ha sabido hasta ahora driblear muy bien el balón, desde su posición como presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), pero ahora se le ha presentado un pequeño infierno que será muy interesante observar cómo sale de él.
Primero lo hizo en pleno proceso de elecciones en 2011, cuando fue elegido para un nuevo mandato al frente de la FIFA, en el que se dio el escándalo de compra de votos por parte del aspirante catarí Mohamed Bin Hamman.
Blatter supo aprovechar la situación e inclinar la balanza a su favor, que permitió que de un solo plumazo desapareciera el único contendor que tenía para aspirar a la presidencia de FIFA.
Pero, en realidad no salió tan bien librado. El escándalo dio pie para que se abriera otras investigaciones, que permitió la caída de uno de los más grandes colaboradores de Blatter en el organismo, el trinitario Jack Warner, quien se vio precisado a renunciar como vicepresidente de la entidad mundial y de su cargo como presidente de la CONCACAF, a fin de esquivar una investigación mucho más profunda y con ello sanciones que lo hubieran podido llevar a la cárcel.
También obligó a la renuncia de otros directivos del fútbol caribeño y de otros dirigentes enquistados en la CONCACAF, todos relacionados no solo con el escándalo de Bin Hamman sino con otros de muchos años atrás.
Y esta bola de nieve, que aún no termina de crecer, alcanzó al ex presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange, y a su ex yerno y expresidente de la Confederación Brasileña, Ricardo Texeira, por el cobro de coimas millonarias de la empresa ISL a cambio de contratos de mercadotecnia vinculados con los mundiales.
No hay indicios, hasta ahora, que vinculen directamente a Blatter, quien durante 17 años fue el secretario general de Havelange, con el comprobado soborno, pero tampoco el dirigente suizo ha dado luces sobre el papel que jugó en esa época ni tampoco que tanta influencia ejerció tras ser nombrado presidente de organismo para asegurarse de que la pesquisa criminal sobre su antiguo jefe no se realizara.
Realmente todo es muy escabroso y si bien hay mucha gente convencida de que Blatter está tan embarrado como lo pudo estar Havelange en su momento, no existen pruebas para acusarlo de manera directa y esto podría conllevar a que se le echara tierra al asunto, algo que muy en sus adentros desea el veterano dirigente suizo.
Ahora, las cosas no son tan sencillas, ya que en medio de las denuncias y del escándalo sobre el tema del soborno y del enriquecimiento ilícito, está ahora la acusación de otros sobornos para otorgar la sede de los Mundiales de 2018 en Rusia y de 2022 en Catar, y la polémica iniciada por Blatter sobre las dudas en el otorgamiento de la sede a Alemania del mundial de 2006.
En verdad es que hay mucha tela que cortar y todo demuestra de que Mr. Blatter no está muy limpio de pecado y si en esta ocasión no sabe como esquivar a sus contrarios, como lo ha hecho en otras ocasiones, es muy posible que tenga que dejar el puesto o seguir hasta el final de su periodo, pero con una gran interrogante sobre su prístina administración. ¿Le importará?