El presidente Ricardo Martinelli fue enfático: “Quien pone la plata, pone el técnico”.
La verdad es que muy enfático y si bien dijo desconocer nombres y cualidades de un posible entrenador, Martinelli dejó claro que tiene ser el “mejor” y “extranjero” pues para ello tiene presupuestado la suma de cinco millones de dólares.
Lo único que podemos hacer es aplaudir las intenciones del gobernante, quien durante su gestión como administrador del Estado espera realizar las próximas ediciones de los Juegos Deportivos Centroamericanos y los Juegos Bolivarianos, y de paso clasificarnos al mundial de Brasil en 2014. Definitivamente que no es poca cosa.
No obstante, como les ocurrió al equipo gobernante cuando imprimieron presión para realizar parte de los Juegos Centroamericanos, hay algunas actividades en materia deportiva que, por reglamento o por leyes, está señalada que la realice una organización prevista para eso.
En el caso de temas como los juegos regionales u olímpicos le corresponden al Comité Olímpico de Panamá, y en la celebración de una competencia regional deportiva le toca a su respectiva federación o asociación local. Es así de sencillo.
Es por ello que no suena despectivo ni arrogante el hecho de que la Federación Panameña de Fútbol haya salido al paso a estas declaraciones, mencionando el hecho de que los llamados a nombrar al técnico del equipo nacional es su comité ejecutivo.
Es muy posible que la intención sea la de que un organismo como el Instituto Panameño de Deportes (Pandeportes) u otra institución del gobierno, como el Ministerio de Educación, por ejemplo, no pueda meter las narices donde no se les ha invitado.
Y, a mi parecer, no tiene nada que ver el nombre del técnico, su nacionalidad o su capacidad como entrenador, ya que todo estriba en el dinero que se le pagará por sus servicios profesionales y las condiciones a las que llega a Panamá, algo que nunca se ha dado a conocer por parte de la Federación de Fútbol.
La idea es no tener personas ajenas a su círculo manejando papeles o pidiendo cuentas, porque hasta ahora este tema se ha manejado en el más estricto silencio, a pesar de los decepcionantes trabajos que hicieron los tres últimos técnicos, los colombianos César Matura y José “Cheche” Hernández, y el brasileño-costarricense Alexandre Guimaraes.
Pero como quiera que tenemos un presidente de la República un poco terco, es muy posible que su insistencia nos lleve a ser amenazados de una posible suspensión de la FIFA o tal vez a una santurrona decisión, en la que la Federación una vez más utilice el dinero del Estado para hacer lo que se le antoje con el beneplácito de quienes hoy gobiernan.
La verdad es que muy enfático y si bien dijo desconocer nombres y cualidades de un posible entrenador, Martinelli dejó claro que tiene ser el “mejor” y “extranjero” pues para ello tiene presupuestado la suma de cinco millones de dólares.
Lo único que podemos hacer es aplaudir las intenciones del gobernante, quien durante su gestión como administrador del Estado espera realizar las próximas ediciones de los Juegos Deportivos Centroamericanos y los Juegos Bolivarianos, y de paso clasificarnos al mundial de Brasil en 2014. Definitivamente que no es poca cosa.
No obstante, como les ocurrió al equipo gobernante cuando imprimieron presión para realizar parte de los Juegos Centroamericanos, hay algunas actividades en materia deportiva que, por reglamento o por leyes, está señalada que la realice una organización prevista para eso.
En el caso de temas como los juegos regionales u olímpicos le corresponden al Comité Olímpico de Panamá, y en la celebración de una competencia regional deportiva le toca a su respectiva federación o asociación local. Es así de sencillo.
Es por ello que no suena despectivo ni arrogante el hecho de que la Federación Panameña de Fútbol haya salido al paso a estas declaraciones, mencionando el hecho de que los llamados a nombrar al técnico del equipo nacional es su comité ejecutivo.
Es muy posible que la intención sea la de que un organismo como el Instituto Panameño de Deportes (Pandeportes) u otra institución del gobierno, como el Ministerio de Educación, por ejemplo, no pueda meter las narices donde no se les ha invitado.
Y, a mi parecer, no tiene nada que ver el nombre del técnico, su nacionalidad o su capacidad como entrenador, ya que todo estriba en el dinero que se le pagará por sus servicios profesionales y las condiciones a las que llega a Panamá, algo que nunca se ha dado a conocer por parte de la Federación de Fútbol.
La idea es no tener personas ajenas a su círculo manejando papeles o pidiendo cuentas, porque hasta ahora este tema se ha manejado en el más estricto silencio, a pesar de los decepcionantes trabajos que hicieron los tres últimos técnicos, los colombianos César Matura y José “Cheche” Hernández, y el brasileño-costarricense Alexandre Guimaraes.
Pero como quiera que tenemos un presidente de la República un poco terco, es muy posible que su insistencia nos lleve a ser amenazados de una posible suspensión de la FIFA o tal vez a una santurrona decisión, en la que la Federación una vez más utilice el dinero del Estado para hacer lo que se le antoje con el beneplácito de quienes hoy gobiernan.