La ausencia del velocista capitalino Alonso Edward en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz es el golpe nocivo más certero que podría dársele a nuestra real posibilidad de obtener una presea dorada en esa competición.
Tras su brillante participación en la Liga de Diamante y en otras competiciones de alto nivel del atletismo internacional en 2014, Edward se convirtió en la mayor esperanza istmeña en los Juegos de Veracruz de escuchar las glorias notas de nuestro himno nacional.
No obstante, también hay que pensar en la salud del atleta. Y no lo digo por la supuesta lesión que pudiera tener sino en el hecho de que Edward ha bregado muy duro para lograr objetivos importantes en su carrera deportiva que, sin lugar a dudas, ha logrado cumplir algunos de ellos este año.
Edward es un profesional del atletismo y, por ello, tiene metas mucho más allá que una presea en Veracruz.
En esa línea, sus objetivos podrían estar dirigidos hacia los Panamericanos, si es que no chocan con su cartera de competición, y definitivamente que los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en materia de actividad regional. Lo demás va por añadidura.
Si esto es criticable o no, está en cada uno pensar lo que desee.
En mi opinión, tiene todo el derecho de dirigir su destino como mejor le parezca, pero hay una cosa cierta. Y es que cada atleta que recibe una ayuda económica por parte del Estado; es decir, dinero de los impuestos que pagan los panameños, está en la obligación de cumplir con una agenda de actividades.
En este sentido, debe participar en las competiciones regionales porque para ello se le concede un subsidio económico.
Ahora bien, creo que a ninguno de ellos se les ha hecho firmar una carta de compriso en esa dirección, más allá del compromiso que se abroga el gobierno a través de Pandeportes de brindarles ese apoyo económico.
Esa situación ya se vivió con el hoy retirado saltador Irving Saladino, quien solamente participó en competiciones regionales (Juegos Centroamericanos, Juegos Sudamericanos) para calibrar su potencial tras una lesión, después de que obtuviera el título mundial y luego el de campeón olímpico.
Pero sigue habiendo alternativas. Edward está en todo su derecho de no asistir a Veracruz, para salvaguardar su integridad física y porque merece un descanso.
Ahora, esta situación no lo inhabilita para que se le organice en Panamá un encuentro técnico con entrenadores y atletas para que brinde sus conocimientos y experencias, que sin duda tiene de sobra.
Es el mismo caso de Saladino, quien hasta ahora no conozco de alguna iniciativa dirigida hacia el mismo asunto con los técnicos y atletas locales.
En síntesis, es muy probable que hayamos perdido una medalla dorada en el puerto mexicano de Veracruz, pero no puede pasar lo mismo con nuestra inversión. Así es que, más temprano que tarde, a calzarle los zapatos y gafas de docentes a Edward y Saladino y que salgan a enseñar, que mucho falta que hace.