En el
ambiente beisbolístico panameño está revoloteando la idea de algunos
innovadores, que creen que ha llegado el momento de fusionar el torneo de
béisbol mayor (febrero, marzo y abril) con el del béisbol profesional (un mes),
con el objeto de que rinda mejores frutos para la pelota panameña.
Actualmente,
los organizadores del béisbol profesional panameño (Probeis) han tenido muchos
problemas para montar su torneo y están a la espera de una ayuda económica,
aproximadamente 200 mil dólares por parte del gobierno nacional para poder
arrancar su torneo en diciembre.
La
intención es la de realizar una competición de un mes, en la que más que todo
se busca mantener esta incipiente Liga en actividad, que al mismo tiempo
mantendría la motivación y el entusiasmo de quienes están soñando con volver a
un torneo regular de pelota profesional istmeña.
El
compromiso es muy serio, ya que Probeis está inscrita en la Liga
Interamericana, que también incluye a las Ligas de Colombia, Nicaragua y el
sector mexicano de Veracruz, y ya tienen programado un segundo torneo de sus
equipos campeones para febrero del próximo año.
Es decir,
una cosa es no poder celebrar el torneo local, pero otra es no poder cumplir
con la recién estrenada Liga Interamericana, que también busca un cupo en la
Serie del Caribe tras la aceptación de Cuba como un quinto equipo en el torneo.
El cuento
es que algunos abanican la idea, principalmente quienes están de alguna manera
relacionadas con la pelota rentada panameña, en que ya es necesario hacer un “revolcón”
en la pelota nacional y esto podría darse con la fusión de ambos torneos.
Sostienen
que el béisbol local, más que todo su sistema de competencia, quedó anacrónico
para la época actual y si bien es un torneo que se realiza con mucha
expectativa entre las provincias participantes, no genera la calidad necesaria
para que sus peloteros sean contratados profesionalmente, por un lado, y que se
pueda contar con una muy buena calidad en la pelota local, por el otro.
Una de
prueba de lo sustentado es que en los últimos torneos en que se ha participado,
salvo en la de los Juegos Bolivarianos, se han utilizados peloteros de las
fincas de las organizaciones vinculadas a la Major League Baseball, porque no
solo proporcionan el nivel técnico necesario sino porque los otros países están
haciendo lo mismo.
El ejemplo
más reciente fue el Panamericano Sub-21 realizado en el interior del país a
principios de noviembre, en donde el equipo istmeño estuvo plagado de figuras
profesionales o de algunos que acaban de ser dejados en libertad.
El detalle
está en que es el béisbol local es el que genera el interés de la empresa
privada, sobre todo las de telefonía y vendedoras de cervezas, y por ende, se
lleva la mayor parte del presupuesto que se genera para actividades deportivas.
Y es que la
pelota local, con su llamado regionalismo, es la que genera expectativa, pasión
y entusiasmo de los parroquianos y no la pelota rentada.
Otro
ejemplo en esta dirección fue la expectación que se vivió esta temporada en la
fase final disputada entre las novenas de Bocas del Toro, campeón regente, y
Chiriquí, que al final alzó la Copa.
Si bien el
torneo en términos económicos resultó un fiasco, debido a la mala organización
de la Federación de Béisbol, la final entre estos dos equipos salvó un grisáceo
campeonato 2013.
Pero hay
mucho más que tejer en la bendita fusión, porque también habría que pensar dónde
se ubicarían a los peloteros que vienen subiendo de categoría, si por un lado
la mitad más uno de los seleccionados para un torneo son peloteros
profesionales y dejados en libertad, y el otro tercio se compone de lo más
granado de la pelota local y de quienes alguna vez estuvieron en la pelota
rentada.
Si creemos
necesaria la reestructuración de nuestra pelota, porque así como va solo es
para consumo interno y más nada.
No
obstante, debe pensarse muy bien en los pasos que podrían darse porque a lo
mejor lo único que se persigue es favorecer a la pelota profesional, que está un
cartelón de SOS muy grande.