Las opciones estaban parejas. Tanto el entonces campeón mundial supergallo, el panameño Ricardo “El Maestrito” Córdoba, como el aspirante irlandés Bernard Dunne, presentaban un récord realmente interesante, por lo que el ganador del encuentro titular sería el que no solamente presentara mejores condiciones físicas sino también una mejor estrategia.
Y así fue. Dunne además de tener la posibilidad de capear un difícil temporal en el quinto capítulo, cuando cayó en dos ocasiones, contó con las suficientes condiciones para inclinar las acciones a su favor conforme fueron pasando los asaltos.
Esto fue la clave de su victoria ante el panameño Córdoba. Claro está, también contó con elementos que fueron importantes, como el estar peleando en casa y que los miles de fanáticos que presenciaron el pleito se conectaran desde un principio con el papel que debían jugar.
Aunado a ello, el flamante campeón a pesar de no ser un dichado de virtudes técnicas contó con la suficiente valentía para no abandonar la misión, cuando el barco hacía aguas y el panameño buscaba afanosamente la victoria.
Igual ímpetu y valentía mostró nuestro púgil durante los once asaltos que duró el encuentro, pero a nuestro parecer equivocó la estrategia cuando tuvo la posibilidad de llevarse el encuentro.
Nos referimos al hecho de que Córdoba abandonó toda posibilidad de golpear a los bajos de su oponente y se concentró en los golpes arriba que, si bien hicieron efectos en el irlandés, no fueron lo suficientemente efectivos para doblegarlo.
También hay que tomar en cuenta que el hoy ex campeón minó mucho sus fuerzas tratando de buscar la victoria antes del límite en el quinto asalto, quizás olvidando que aún faltaban muchos kilómetros por recorrer.
El panameño resultó bastante maltrecho al término de la pelea, por lo que necesitará algún tiempo para recuperarse tanto de los golpes físicos que recibió de Dunn como de los sicológicos, porque fracasó en su misión de regresar a Panamá con la corona.
Un detalle. Si bien para nadie era un secreto de que la pelea era bastante difícil sobre todo por el hecho de que Ricardito Córdoba no había podido alcanzar el triunfo en tierras extrañas en sus tres anteriores compromisos titulares, dos de ellos con el ucraniano Wladimir Sidorenko, lo que aconteció en Irlanda nada tuvo que ver con ello.
Dunne aprovechó las oportunidades que se le presentaron, esa fue la diferencia la tarde del sábado.
Hoy después de la derrota, algunos hablan de una posible revancha. Esta será factible, siempre y cuando el panameño reúna los méritos suficientes una vez más para tener derecho a ella, y esto no lo digo por no creer que Córdoba cuente con ellos, sino porque en este negocio el dinero es el elemento catalizador y si no existe una gran oferta para el hoy campeón del mundo, sus manejadores no volverán a poner los ojos en el panameño.
La mejor experiencia que tenemos es la del monarca unificado de esta división, Celestino “Pelenchín” Caballero, a quien al mercado internacional muy poco le interesa a pesar de sus grandes virtudes técnicas.
En síntesis, podría decirse que se ha perdido una batalla no la guerra y mientras existan las ganas y las condiciones, siempre habrá una nueva oportunidad para un gran guerrero como Ricardo Córdoba.
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