El affaire que viven los señores Roberto Grimaldo y Anselmo Moreno trae a los fanáticos del boxeo panameño algo confuso y molesto. Confusos porque realmente no comprenden del porqué de la pelea de este binomio, que desde el inicio de su relación mostró que existía algo mucho más estrecho que solo el interés comercial, y molestos porque al final lo único que traerá este problema es el descalabro de una exitosa carrera.
Panamá es un país de deportista por excelencia, así es que quienes siguen la actividad boxística conocen perfectamente lo que está aconteciendo y que existen intereses de otras personas, unas muy allegadas al súper campeón gallo, para alejarlo de quien hasta ahora ha sido su mentor.
La confusión de los fanáticos se registra por el hecho de que no se haya dado un acercamiento, un punto de entendimiento, entre estas dos personas que tuvieron tan estrecha relación, desde que “Chemito” Moreno apenas era un chavalo, como dirían los nicaragüenses, y cuando aún no se percibía que llegaría a ser algo más que un buen prospecto.
Todos nos preguntamos porqué este acercamiento no se llegó a dar cuando se registraron los primeros vientos de enemistad, cuando surgieron las primeras indirectas, las primeras molestias por parte de Moreno y que fueron publicadas a ocho columnas en las secciones deportivas de los diarios locales.
Algunos aducen que todo empezó cuando el doctor Grimaldo se negó a aceptar un contrato millonario con la empresa estadounidense Golden Boy Promotion, que llevaría a Chemito a un posible mega encuentro con el filipino Nonito Donaire.
Otros alegan que las diferencias surgieron mucho antes y más que todo por la relación amical entre el monarca panameño con algunas personas, que buscaban afanosamente la manera de resquebrajar la relación que existía entre el púgil y su apoderado, para cosechar en río revuelto. Y parece que lo han logrado.
Los fanáticos están molestos porque están conscientes, como parece no estarlo el campeón mundial, de que su carrera llegó al punto anhelado porque había confianza, lealtad y amistad entre él y su equipo de trabajo, incluyendo a su apoderado, premisas importantes para que uno se hiciera cargo administrativamente de la carrera y el otro de la parte más técnica, la más agotadora.
Es decir, había un trabajo en equipo.
Trabajo que algunos piensan no volverá a repetirse, así cambie “Chemito” Moreno de equipo de trabajo, porque quienes están detrás de toda esta anómala situación no creen en el monarca mundial como un ser humano ni mucho menos en su bienestar, sino como en una máquina de hacer dinero, que podría traerles pingüe ganancias.
Al final, todo esto en detrimento de la ascendente carrera del púgil de 25 años.
Definitivamente que creemos que si en algún momento el púgil sintió que estaba siendo perjudicado por su apoderado, debió tomar cartas en el asunto y conversar con el doctor Grimaldo al respecto y, si en última instancia esta acción no lo satisfacían, entonces llevar el caso a la Comisión de Boxeo de Panamá, entidad creada para solventar este tipo de problemas y, sobre todo, para velar principalmente porque los intereses de los boxeadores sean resguardados.
En síntesis, existen mecanismos mucho más idóneos para tratar este caso de desavenencia contractual que los medios de comunicación y los tribunales de justicia, pero en este caso en particular las cartas ya están puestas sobre la mesa.
Es lamentable que este tipo de situaciones se sigan dando en el deporte, fundamentalmente en el boxeo, un negocio donde el único sacrificado es el atleta, porque mecenas hay pocos, y donde en un bajísimo porcentaje se logran los éxitos que hasta ahora ha obtenido “Chemito” Moreno. Ojalá mantenga esa fortuna.
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